Fadwa Tuqan (1917 - 2003). POETISA PALESTINA



Escritora palestina, nacida en Nablús el 1 de marzo de 1917; es
conocida como la “Gran Dama” de las letras palestinas, y está considerada como una de las mejores plumas de la poesía árabe del siglo XX. Nacida en el seno de una distinguida familia de intelectuales y políticos, era hermana de otro destacado poeta, Ibrahim Tuqan, que la llevó consigo a Jerusalén donde ambos estudiaron literatura en escuelas e institutos cristianos. Empezó su vocación literaria escribiendo en la forma tradicional, si bien con el tiempo se convirtió en una de las pioneras en el uso del verso libre en la poesía árabe. Vivió casi siempre en su ciudad natal, en medio de cierto clima de recogimiento, aunque también tuvo intervenciones públicas en la dura lucha socio-cultural y política de su pueblo. De su pluma brotaron varios libros de poemas entre los que se encuentran:
Sola con los días, 1952; La encontré, 1957; Danos amor, 1960;
Ante la puerta cerrada, 1967; El comando y la tierra, 1968; La noche y los jinetes, 1969; Sola en la cumbre de este mundo,1974, y una apasionada biografía de su hermano, Mi hermano Ibrahim, 1946.La poesía de Fadwa refleja, por un lado, una sensibilidad femenina tradicional: lírica e intimista, apasionada y contenida, bañada en una tenue e irisada luz de anhelo y nostalgia frágil.
Pero a medida que avanza el siglo XX y la historia de su país
se complica (en un proceso en el que pierde a varios miembros de su familia), Fadwa sabe alzarse también a una poesía
matrialcal de indudable alcance épico y tono heroico. Paulatinamente su escritura se politiza, la autora opta por el verso libre y termina convirtiéndose en un icono de la lucha de la resistencia de su patria.
Durante las últimas décadas Fadwa vivió en su ciudad natal, alterando el recogimiento y las intervenciones públicas, hasta su muerte el 12 de diciembre de 2003.
Desde entonces ella descansa en su tierra Palestina, tal y como deseaba, según había expresado en su más hermoso y esperanzado poema “Sólo quiero estar en su seno”.




PINCELDAS DE SU OBRA POÉTICA


Sólo quiero estar en tu seno
Sólo quiero morir en mi tierra,
Que me entierren en ella,
Fundirme y desvanecerme en su fertilidad
Para resucitar siendo hierba en mi tierra,
Resucitar siendo flor
Que deshoje un niño crecido
En mi país.
Sólo quiero estar en el seno de mi patria
Siendo tierra
Hierba
O flor


Polvo
El final
de mi largo camino
hasta donde yo llegue, en cualquier destino,
es el premio de los años
no el de llegar.
¿Porqué me apresuro? ¿Qué quiero
de mi viaje
por esos desiertos
como una sombra fugitiva?
Mis pies consumidos por las rocas
las olas del viento que siguen dando vueltas
y vueltas conmigo
mientras yo sigo a través de este vacío
de esta soledad.
Polvo, polvo
delante y detrás mío; a mi alrededor, polvo.
Corro y corro; y en mis manos
solo la ilusión, nada.
Cansada, cansada.
El final
de mi largo camino,
aunque éste se alargue,
de cualquier destino,
es el premio de los años,
no el de llegar.


El diluvio y el árbol
El día en que el diabólico ciclón se propagó tiránico.
El día en que costas salvajes arrojaron
el oscuro diluvio
contra la tierra buena y verde,
gritaron (y a través de los aires, sus “albricias”
resonaron por todas las agencias):
Ha caído el árbol.
El poderoso tronco está aplastado.
Ya, ni un asomo de vida para el árbol
dejó la tempestad.

El árbol ha caído...
¡Perdón, rojos arroyos!
¡Perdón, raíces regadas
con el vino que sangran los cadáveres!
¡Perdón, raíces árabes,
hundidas como rocas en la entraña,
y que cada vez más os entrañáis!

El árbol se alzará.
El árbol se alzará, y sus ramas,
al sol, irán creciendo;
en risas verdeciendo, y en hojas,
cara al sol.
Y el pájaro vendrá,
no tiene más remedio que venir.
El pájaro vendrá.
El pájaro vendrá.


No lloraré
A las puertas de Yafa
amigos míos,
y entre el caos de escombros
de las casas,
entre la desnutrición
y las espinas, dije a los ojos,
quieta:
deteneos... Lloremos
sobre las ruinas
de quienes se han marchado
abandonándolas.

La casa está llamando a quien la edificó
La casa está dando el pésame por él.

Y el corazón, deshecho, gime
y dice:
¿Qué te han hecho los días?
¿Dónde están los que antes te habitaban?
¿Has sabido de ellos?
¿Has sabido tras su partida?

Aquí soñaron, aquí estuvieron
y trazaron los planes del mañana.
Más, ¿dónde están los sueños y el mañana?
Y, ¿dónde, dónde ellos?

¿Cómo van a aplastarme las heridas?
¿Cómo podrá aplastarme la desesperación?
¿Cómo voy a llorar ante vosotros?...


A G. H. en nuestra cita
Extraño amigo mío...
Si pudiera llegarte como
ayer. Si asesinas serpientes
no hubieran alborotado todos los caminos, cavando tumbas para mis
gentes y mi pueblo, sembrando muerte y fuego.
Si no hubiera regado la derrota la tierra de mi patria
con piedras vergonzosas, injuriantes. Si este corazón que tú conoces
fuera el mismo que ayer,
y no sangrase por la puñalada.
Si hoy, amigo mío, como ayer, pudiera envanecerme de mi gente, de
mi casa y mi fuerza,
ya mismo me tendrías a tu lado.
Amarrando a las playas de tu amor el barco de mi vida.
Y seríamos igual que dos pichones.